Optimización de la salud: Ejercicios, estilo de vida saludable.

El concepto de envejecimiento saludable hace referencia al bienestar físico, mental y social e implica un incremento de la edad de mortalidad, la ausencia de enfermedades crónicas, la disminución de la morbilidad y el mantenimiento de buenas capacidades funcionales. Puede haber una enfermedad o discapacidad, pero esta tendría un impacto limitado en el bienestar de la persona. Se puede conceptualizar como «el proceso de desarrollar y mantener la capacidad funcional que posibilita el bienestar en la vejez». A esto también se le llama envejecimiento saludable.

Todo ello, por supuesto, en un contexto en el que las personas mayores puedan tomar sus propias decisiones en lo que ellas consideran importante. Esto va a depender de sus capacidades intrínsecas individualizadas (como su capacidad para caminar, pensar, ver, oír y recordar), de los factores ambientales relevantes y la interacción entre ellos. Esa es la clave para un envejecimiento saludable. Por lo tanto, la capacidad funcional significa que es importante que las personas mayores puedan satisfacer sus necesidades sobre la base de sus valores y estándares:

1. satisfacer sus necesidades básicas;
2. aprender, crecer y tomar decisiones; 
3. tener movilidad; 
4. construir y mantener relaciones; y
5. contribuir con la sociedad.

Gozar de una buena salud permite a las personas con discapacidad intelectual en proceso de envejecimiento (AAWID) realizar actividades, estar conectadas con los demás y poder desempeñar un papel en la sociedad.

De acuerdo con este enfoque, el concepto de envejecimiento activo se considera «el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad para mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen».

Uno de los factores más importantes relacionados con el envejecimiento de las personas con discapacidad intelectual está relacionado con la salud, en concreto con los cambios propios de la edad por los que atraviesan estas personas como: menor masa muscular, dificultad para ver y oír, confusión, artritis. Todo ello, además, está asociado a los cambios y al aumento de sus dosis de medicación.

Las personas con discapacidad intelectual parecen tener una prevalencia mucho más alta de factores de riesgo para la salud en comparación con la población general, tienen más probabilidades de tener múltiples comorbilidades (incluidas enfermedades mentales) y una menor esperanza de vida que aumenta a medida que disminuye la gravedad de la discapacidad intelectual. Además, la persona con discapacidad intelectual a menudo muestran signos de vejez antes que la persona promedio.

La fragilidad y el deterioro de la calidad de vida a menudo se deben al acceso restringido a la atención médica preventiva, así como a estilos de vida poco saludables. Además, muchos AAWID toman altas dosis de diferentes medicamentos, comen alimentos poco saludables, llevan una vida sedentaria y, como consecuencia, tienen sobrepeso. Además de la vigilancia preventiva de los riesgos para la salud, los AAWID pueden mejorar su salud adoptando estilos de vida más saludables, una mejor nutrición y más ejercicio.

Todo ello redunda en una mayor probabilidad de tener estilos de vida no saludables, una mayor vulnerabilidad y pérdida de independencia, llamando a una profunda reflexión sobre el cambio y mejora de los apoyos que se brindan a estas personas para cubrir sus necesidades. Finalmente, gracias a la vigilancia preventiva de los riesgos para la salud, los AAWID pueden mejorar su salud adoptando estilos de vida más saludables, una mejor nutrición y más ejercicio.